Hacia Asís . El taller diseñado por Amaya que ayuda a los jóvenes a integrarse

por: Paola Del Vecchio, Avvenire

La joven economista ibérica ha recibido varios premios por sus innovaciones. Participará en septiembre en La economía de Francisco: «Pretendo fomentar una comunidad que sueñe en grande».

Se describe a sí misma como curiosa, ecléctica y decidida. A sus 20 años, Amaya Vizmanos, uno de los grandes talentos empresariales de Iberia, está impulsada por una energía poderosa y contagiosa que es una inspiración para muchos de su generación. ¿Su ambición? «Ser un agente de cambio sistémico, tratar de encontrar nuevas soluciones para la inclusión y el desarrollo integral de las personas», asegura desde Pamplona, donde nació. Su aspiración es «promover una comunidad que sueñe en grande, pensando en lo mejor para las personas, y que redescubra la curiosidad y las ganas de trabajar por el futuro y el bien común». Por eso, Amaya estará en Asís en septiembre para participar, junto a jóvenes de 70 países, en La Economía de Francisco, respondiendo a la invitación del Pontífice de aportar ideas y sueños para un cambio radical en la economía. En la Universidad de Navarra, Amaya está completando un doble grado en Derecho y Economía Internacional. Una trayectoria formativa que complementa con un tercer itinerario académico en Humanidades en la Universidad a Distancia de Madrid. Explica así su elección: «Me mueve la curiosidad. Elegí Derecho para entender las reglas de funcionamiento de la sociedad. Economía para entender cómo actúan los sistemas económicos y el comportamiento de las personas en la gestión de los recursos escasos. Humanidades, para entender al ser humano».

Amaya forma parte de la Escuela de Liderazgo de la Universidad Francisco de Victoria y del programa Women Lead to Inspire, que apoya la excelencia en el campo de la consultoría estratégica. Y también aparece en la categoría ‘Business & Economics’ de la lista Nova 111 Students, que identifica «perfiles ‘menores de 35 años’ que ya han logrado éxitos únicos y muestran el potencial de un impacto positivo y relevante en el futuro.» Un ejemplo de su resultado es la incubadora de proyectos de la llamada Generación Z, el Xirimiri Lab, que Amaya Vizmanos puso en marcha con apenas 18 años junto a dos amigos, incorporados al servicio de asesoramiento de la Casa de la Juventud del Ayuntamiento de Pamplona. «El concepto -explica- es el del ‘xirimiri’, la lluvia espesa y ligera del País Vasco, que hace florecer el campo en primavera, pero también acaba empapándote. Del mismo modo, gota a gota», señala, «el laboratorio genera una red de apoyo a los jóvenes para ayudarles a conectarse e integrarse entre sí, conocer las realidades que existen en la región, plantear retos y resolver problemas, y emprender iniciativas sociales e innovadoras».

El Xirimiri Lab ofrece una formación global y multidisciplinar gratuita con seminarios y conferencias. Y pretende convertirse en una especie de think tank juvenil para asociaciones, organizaciones e instituciones, y contribuir así a las políticas públicas. Pero eso no es todo. Fiel al espíritu de «adaptarse y ser flexible en la adversidad, para convertirla en oportunidades», Amaya también fue la primera en hacer realidad su visión, durante el encierro de la pandemia. «Mientras estábamos confinados, pensaba que un año antes estaba preparando la selectividad, el examen de acceso a la universidad. Y reflexionaba sobre las dificultades que todos los estudiantes de último año de secundaria deben experimentar en la preparación del examen, en condiciones tan difíciles. Así que imaginé una forma de ayudarles», recuerda. Dicho y hecho. El economista creó en Instagram el movimiento @yoteayudoconlasele, te ayudo con la selectividad, y luego una web, que consiguió más de 724 voluntarios universitarios, dispuestos a dar clases particulares a los 6.000 bachilleres, que se apuntaron y se beneficiaron.
Una experiencia que creció incluso después del cierre más allá del ámbito estrictamente universitario, y que le ha valido a Amaya el premio ‘Innovactora Junior 2020’. ¿Pesan tantos reconocimientos con sólo 20 años?, le preguntamos. «Para mí lo importante es hacer todo lo que pueda día a día», responde. «Creo que la vida me ha dado muchos regalos y mi responsabilidad es compartirlos con los que no han tenido las mismas oportunidades». Activa, dinámica y solidaria, Amaya es también una viajera que acumula muchas experiencias comunitarias en el extranjero: «Participé en un viaje de cooperación a Uganda durante mi primer año de instituto, y luego a Etiopía al año siguiente», recuerda. «Pero una de las más enriquecedoras fue la ruta a pie por los Pirineos, que hice en el verano de 2019 con personas en riesgo de exclusión social de todo el mundo. Ahí toqué cómo todos somos iguales, buscamos el mismo afecto, nos mueve el mismo deseo de compartir la vida, la misma mirada transformadora.»