Elizabeth y la empresa ética para la Gran América
por Angela Napoletano, Avvenire.
Elizabeth Garlow es una de las participantes en Economy of Francesco. Con el proyecto ‘Francesco Collaborative’ promueve mediante talleres y seminarios un enfoque solidario a la gestión de los negocios.
Hija de Detroit, ciudadana del mundo, experta en economía de pertenencia. Así se presenta Elizabeth Garlow, de 36 años. Ha estudiado español, ciencias políticas y economía en el Kalamazoo College, en Michigan, un instituto incluido desde 2012 en la prestigiosa guía estadounidense de “escuelas que cambian la vida”. Efectivamente, ha realizado varias experiencias relevantes, incluyendo una asesoría en la Casa Blanca durante la presidencia de Barack Obama, con la iniciativa ‘Promise Zones‘, contra la pobreza y el desempleo. Pero las que más la han transformado han sido otras: el nacimiento de Sofía, la pequeña nacida hace unos meses, y el encuentro con la comunidad de Economy of Francesco.
La adhesión a la red de jóvenes emprendedores y académicos que, por invitación del Papa Francisco, estudian soluciones para una economía más sostenible y atenta a los últimos – cuenta – «ha transformado completamente mi vida porque ha cambiado la trayectoria que une las relaciones con el trabajo». Como la maternidad. Elizabeth, nacida y crecida en una familia católica, no es nueva en los temas que acercan la religión a las finanzas (y viceversa). Los explora desde hace años, cuando conoció el movimiento internacional de los Focolares, el ‘pueblo nacido del Evangelio’ fundado por Chiara Lubich en 1943. A la Economía de Comunión, iniciativa que desarrollan desde hace treinta años los focolarinos mediante proyectos de emprendimiento y justicia social en el mundo, dedicó su tesis de grado. Una experiencia, explica, «que me convenció a seguir estudiando y trabajando en la unión de la fe y las tradiciones espirituales, la católica en particular, con los principios morales de la economía, intersección donde se desarrollan políticas y prácticas para una economía más justa». La carta que anunciaba el lanzamiento de Economy of Francesco, recuerda, «llegó en medio de un pequeño encuentro de oración entre jóvenes profesionales estadounidenses interesados en las aplicaciones económicas de las enseñanzas de la Iglesia católica».
La decisión de participar fue casi inmediata. Miembro de la aldea virtual dedicada a ‘Finanzas y Humanidad‘, la nueva madre estadounidense describe con entusiasmo el trabajo de análisis y discusión realizado estos meses dentro de la red global de EoF y la importancia del diálogo que llega hasta hoy.
Antes de esta experiencia, explica, «sentía que mi esfuerzo en favor de la economía solidaria estaba un poco aislado». Ahora ya no es así. «Hay una red de apoyo – subraya – lo que supone una gran diferencia». A nivel personal y profesional, el resultado tal vez más palpable de este proceso es el nacimiento de ‘Francesco Collaborative‘, un proyecto dirigido junto con Felipe Witchger, experto en inversiones, que promueve mediante talleres y seminarios un enfoque ético y solidario a la gestión de los negocios en el tejido industrial de Norteamérica. El público al que se dirige la iniciativa, precisa Elisabeth, son los “empresarios de frontera”, dueños de empresas que se sitúan en la frontera entre el presente y el futuro, y que por ello son más proclives a imaginar nuevas formas de progreso. Humano y económico. Para individuos y comunidades. «Les ayudamos a comprender – precisa – cómo pueden revisarse los conceptos tradicionales de empresa y dirección, en la teoría y en la práctica, a la luz de la llamada a una economía solidaria. Les animamos a compartir oportunidades de inversión, a ver el proceso de toma de decisiones como grupo». «Es un reto enorme», admite. Pero no tiene ninguna intención de eludirlo. «Por el bien de mi hija», precisa, y de las generaciones futuras. «El paradigma económico dominante hasta ahora – explica – puede perpetuar las desigualdades y lacerar profundamente el tejido social. En este contexto, es extremadamente difícil que todos, y no solo algunos, estén bien». Sin embargo, Elizabeth es optimista: «el cambio es posible». Tal y como la experiencia de Economy of Francesco enseña, «cuando hay autenticidad y humildad, es verdaderamente posible cambiar el curso de la vida de los demás, hacer realidad aquello por lo que se trabaja».