La historia. EoF sirve de puente para los derechos humanos: Pareja afgana rescatada de los talibanes

por: Cinzia Arena. Sábado, abril 23, 2022. 

De Kabul a Roma, pasando por Islamabad, el final feliz de la historia de una defensora de los derechos de la mujer, que pidió ayuda a unos jóvenes economistas y, junto con su marido, llegó a Italia.

«Soy una defensora de los derechos de la mujer y mi vida en Afganistán corre peligro». Era el 21 de septiembre cuando este llamamiento llegó al buzón de The Economy of Francesco. Unas semanas antes, el 28 de agosto, la iniciativa «Afghan Women Exist. Together We Stand» fue organizada por los jóvenes de EoF para denunciar las condiciones de vida de las mujeres afganas tras el regreso de los talibanes al poder. El eco de aquellas plazas llenas de pañuelos azules llegó también a Kabul, donde la joven vivía con el temor de ser asesinada por su actividad: enseñar a los niños un concepto nada común en su país, la igualdad de género. Gracias a la cooperativa «Una ciudad no es suficiente» y a los esfuerzos excepcionales de dos abogadas -Flavia Cerino y Maria Cristina Marzola- el pasado jueves, ella y su marido llegaron a Italia. Para contar esta historia están las dos abogadas. Esperan que en septiembre pueda hacerlo personalmente en la tercera edición de EdC que se celebrará en Asís. Trabajaron día y noche por conexión a distancia, uno estaba en Roma y el otro en Piacenza. Son expertos en derecho de la inmigración, un campo que está en constante evolución y que, por desgracia, está casi ausente de los cursos universitarios. «Para nosotros fue muy difícil entender cómo se podía entrar en una situación tan diferente a la nuestra – explica Flavia Cerino – Iniciamos una densa correspondencia con ella y su marido. Al final, consiguieron participar en el programa de corredores humanitarios y llegar a la Embajada de Italia en Islamabad, Pakistán.»
«La señora lleva muchos años implicada en los derechos de las mujeres, como su madre y su hermana – continuó Maria Cristina Marzola -. Su preocupación era grande ya que la categoría de las mujeres está «bajo vigilancia». Ella era educada y estaba al tanto de lo que ocurría fuera del país; al enseñar a los chicos, corría aún más riesgo por sus ideas. Nos contaron que ambos perdieron su trabajo de la noche a la mañana. El marido trabajaba en un banco y había estudiado en el extranjero. En estos meses, vivieron de sus ahorros hasta que los agotaron. Eran muy activos en las redes sociales, pero tuvieron que borrar sus respectivas cuentas para no ser descubiertos». Casados recientemente, la joven pareja salvaguardó las fotos de su boda enviándolas a los dos abogados por miedo a que fueran interceptadas (la boda no se celebró según las normas impuestas por los talibanes). La situación en Afganistán se precipitó con el estallido de la guerra en Ucrania, explicaron los dos abogados. No se debe a un vínculo directo, sino a una (mayor) falta de interés por parte de la comunidad internacional. «A través de las historias de esta pareja, aprendimos lo que significa vivir en Afganistán. En febrero, comenzó una búsqueda casa por casa. No son de etnia hazara y hablan pastún siendo educados, por lo que consiguieron disfrazarse. Él se dejó crecer la barba y ella se puso un burka – relataron los dos abogados. En Afganistán, las mujeres que no pueden hacer nada sin un hombre, ni siquiera pedir un documento, son de hecho prisioneras».
El final feliz llegó gracias a la implicación de la empresa social «Una ciudad no es suficiente». Los dos encontraron un hogar en un centro de refugiados de la provincia de Roma, que acoge a otros 18 afganos desde agosto con la ayuda de donaciones privadas. Ahora, van a solicitar protección internacional y seguramente, durante mucho tiempo, no podrán volver a casa. Llegaron llorando, con los ojos llenos de alegría por haberlo conseguido, pero también con el miedo a un futuro desconocido. «En estos meses, hemos estado en contacto noche y día, se han apoyado completamente en nosotros, enviándonos sus documentos, sus fotos, y muchas noticias sobre la situación local». En definitiva, una experiencia única de intercambio y confianza. El mensaje que Flavia y María Cristina quieren transmitir, al relatarlo, es la necesidad de seguir ampliando el alcance de la EoF: «Sin una nueva ley, no puede haber una nueva economía. Si no nos comprometemos a hacer valer los derechos humanos básicos, como la libertad, la democracia y la igualdad, la economía no tendrá una base sólida sobre la que descansar.»