En Cuba, la revolución de las microempresas

Lucia Capuzzi Wednesday, Avvenire

Victoria Villareal, una joven abogada, comenzó como consultora y supervisó la creación de un centro experimental en El Caney, Cuba, titulado «La colaboración es más eficaz que la competencia».

«Una pregunta te lleva más lejos que mil respuestas», afirma un proverbio cubano. Victoria Villareal está convencida de ello. La cuestión de cómo dar forma a las instituciones para construir una economía con rostro humano ha llevado a esta abogada de 29 años a implicarse, ya como estudiante, en la promoción de una cultura del emprendimiento en la Cuba socialista. Pero un emprendimiento que no tenga como objetivo el mero lucro, sino que sea capaz de poner a la persona en el centro. Corría el año 2011 cuando, tras ‘actualizar’ el modelo inaugurado por el entonces presidente Raúl Castro, los jesuitas del Centro fe y cultura Loyola de la isla pusieron en marcha InCuba-Empresas.

En agosto del año anterior, el gobierno adoptó una serie de medidas para ampliar el asfixiado sector privado, autorizando a los ciudadanos a crear pequeñas empresas en determinados sectores -desde restaurantes hasta salones de belleza- y a emplear a otros trabajadores. Una «revolución en la revolución». Sin embargo, los aspirantes a «cuentapropistas» (microempresarios) no tenían formación específica sobre cómo crear y dirigir una empresa. InCuba-Empresas trató de llenar este vacío con cursos de economía y gestión empresarial. También con un espacio de asesoramiento jurídico y legal. Esta era precisamente la principal preocupación de Victoria, que entonces era una brillante estudiante de Derecho. Tras licenciarse, empezó a trabajar en un bufete.

«Pero mi deseo era poner mi experiencia al servicio de un proyecto que ayudara a crear un nuevo paradigma económico», dice. Por eso, cuando en 2018 la Arquidiócesis de Santiago le pidió que montara un centro experimental para promover el emprendimiento familiar en la comunidad de El Caney, no se lo pensó dos veces. Aceptó con ímpetu.

Gracias también a su trabajo, un programa crece día a día en torno a la Iglesia San Luis Obispo, en la localidad de 15.000 habitantes. El programa apoya a las familias más vulnerables para que puedan crear sus propios negocios con los pocos recursos disponibles. «Algunos hacen artesanías con materiales reciclados, otros reparan y revenden electrodomésticos, y otros hacen jugos naturales. El 10% de lo que ganan lo donan a la parroquia, que lo utiliza para financiar un albergue para ancianos y discapacitados. «Un brillante ejemplo de economía circular, que ha sobrevivido al reciente declive del turismo provocado por la pandemia y al devastador impacto de las sanciones impuestas por la administración Trump que aún está en vigor. La colaboración con La Economía de Francesco, que comenzó en 2019, fue crucial.

«Se seleccionaron cuatro cubanos, entre ellos yo. Participé en la «aldea» sobre «finanzas y humanidad» coordinando el grupo de las «consecuencias económicas desde la perspectiva de los marginados.» Aprendí y sigo aprendiendo mucho. Especialmente sobre la fuerza de colaboración entre la «gente pequeña». Esto permite superar uno de los principales obstáculos para la economía cubana, como es la dificultad de encontrar materias primas. «Los dólares para las importaciones son cada vez más escasos y la reducida producción nacional no puede compensarlo. «Sin embargo, cuando los ‘cuentapropistas’ (microempresarios) comparten sus necesidades, afrontar este reto se hace mucho más fácil. «Para Victoria, estas no son palabras vacías. La abogada santiaguera lo ha visto suceder innumerables veces en El Caney. «Te doy un ejemplo muy pequeño. Hay pocas herramientas para trabajar la tela o el metal. Pero si las familias las intercambian, al final se benefician todos. «Así que, en contra de ciertos leitmotiv ultraliberales, la colaboración es más eficaz que la competencia. Un buen deseo para el Centro Experimental de El Caney es que estas buenas prácticas «contaminen» a otras familias de la zona y que cada vez más aspirantes a microempresarios se sumen al proyecto.