Los grandes retos de Economy of Francesco
Giulia Gioeli
publicado en Città Nuova el 14/11/2022
Economy of Francesco: una llamada a crear una nueva economía para generar cambios estructurales y sociales siguiendo unas concretas palabras clave: despojamiento, vida interior y pobres.
«Ya estabais trabajando en crear una nueva economía» y la carta de invitación a este proyecto «ha hecho que os sintáis parte de una comunidad mundial de jóvenes que tienen vuestra misma vocación. Y cuando un joven ve en otro joven su misma llamada, y después esta experiencia se repite con otros cientos o miles de jóvenes, entonces se hace posible alcanzar cosas grandes, incluso cambiar un sistema enorme y complejo como la economía mundial». Una nueva generación de economistas, emprendedores y personas de buena voluntad que no buscan atajos sino ser levadura manchándose activamente las manos. Esta ha sido la invitación del Papa Francisco en Asís a cientos de jóvenes de todo el mundo reunidos para participar en Economy of Francesco.
El encuentro se ha producido tres años después de la carta que el pontífice envió para afrontar los retos de nuestro tiempo: dar vida a una economía que verdaderamente ponga en el centro a la persona, las relaciones y el cuidado de la casa común. A pesar de que la pandemia nos impidió trabajar de forma presencial, espontánea y sorprendentemente hemos transformado este evento potencial en un proceso, y con entusiasmo hemos buscado alternativas digitales para encontrarnos, conocernos y pensar soluciones locales y globales. Nos hemos dividido en doce aldeas temáticas, que parecen otros tantos oxímoron pero en realidad contienen la verdadera relación que mantiene unidos los temas de la economía con la persona, en los que hemos trabajado y seguimos trabajando para crear un pensamiento económico atento a las personas.
Hoy estamos llamados a afrontar estos retos, ya que es precisamente ahí donde estamos llamados a hacer la diferencia. Los retos pueden resumirse en estas tres palabras clave: despojamiento, vida interior y pobres.
Despojamiento: Este es un claro signo del aspecto profético de Economy of Francesco, que no podía faltar en una realidad que lleva el nombre del santo de Asís y del papa Francisco. Tal y como hizo San Francisco delante de su padre Pietro Bernardone, del obispo Guido y de la ciudad de Asís, nosotros también nos hemos despojado de una economía herida, de un capitalismo donde el dinero es el fin último. El gesto del despojamiento de Francisco dio vida a una nueva misión, pero al mismo tiempo escribió una nueva economía. Francisco comprendió que el dinero era un instrumento para construir una economía rica en significado y en don, que no debía excluir a nadie sino mirar por el bien de todos y especialmente de los últimos, y se lo devolvió al padre dando vida a una forma de economía alternativa. Nos hemos despojado de una economía de la desigualdad y el descarte.
Como economista me han enseñado que la economía es la organización del uso de recursos escasos con el fin de satisfacer de la mejor manera las necesidades individuales o colectivas. Olvidando que la economía también debe estar al servicio de las personas y no viceversa. Francisco, desnudándose delante de su padre, comenzó una vida nueva y lo hizo por amor a los pobres, con una mirada nueva donde el objeto no era el oro ni la plata sino la gratuidad. Eligiendo la pobreza, Francisco eligió el capital relacional y los bienes relacionales. Eligió a los últimos del mundo, que están en el centro de este proceso de cambio, cuidado y reparación de nuestra casa común. Nosotros debemos hacer lo mismo reconociendo a los otros, a los marginados y a los excluidos de nuestra sociedad y viviendo el mercado como lugar de encuentro. Somos conscientes de que los ladrillos de esta casa que estamos llamados a reparar son las personas.
Cultivo de la vida interior: La economía necesita capital espiritual global. Este patrimonio hoy se está agotando. Porque el mundo ha cambiado muy muy rápidamente. Por tanto, si nosotros no reinventamos una especie de nuevo patrimonio espiritual de las personas, es decir una ética de fondo, una capacidad de vida interior, una resiliencia espiritual ante las dificultades de la vida, las personas dejarán de tener motivos para ir a trabajar, para comprometerse. Hacer empresa, por ejemplo, exige ganas de vivir: ningún empresario comienza su actividad si no tiene ganas de vivir y de futuro. Hay una necesidad enorme de capital espiritual. Economy of Francesco es la construcción de este capital global del que la economía tiene una imperiosa necesidad, porque el cultivo de la interioridad es el corazón de una nueva economía basada en los bienes relacionales.
Inclusión de los pobres: Para los miembros de Economy of Francesco es tiempo de arriesgar para favorecer y estimular modelos de desarrollo, de progreso y de sostenibilidad en los que las personas, y especialmente los excluidos, sean protagonistas. “Sin la estima, el cuidado y el amor a toda persona pobre, a toda persona frágil y vulnerable, desde el concebido en el vientre materno hasta la persona enferma y con discapacidad, o al anciano en dificultad, no hay Economy of Francesco”. Dar voz y dignidad a los pobres y a los descartados superando la lógica del mero asistencialismo. Aceptando estructuralmente que los pobres tienen dignidad suficiente para sentarse en nuestros encuentros, participar en nuestros debates y llevar el pan a sus casas. Esto es mucho más que asistencialismo. Estamos hablando de una conversión y transformación de nuestras prioridades y del puesto del otro en nuestras políticas y en el orden social. Una cultura del encuentro. Tener un enfoque integral para combatir la pobreza y devolver la dignidad a los excluidos (LS, 139).
Economy of Francesco ha sido un evento generativo. Una llamada a crear una nueva economía. No para modernizarla o adaptarla a las exigencias de hoy, sino para crear cambios estructurales y sociales que nos permitan pensarla con los pobres, con los marginados, con la naturaleza, usando juntos el corazón, la cabeza y las manos. Ojalá el proceso de Economy of Francesco continúe e involucre a muchos otros economistas, emprendedores, estudiantes, profesores y políticos para reescribir unas finanzas éticas y un capitalismo basado en la dignidad humana, en el cuidado y en las relaciones. Seguramente tendrán que pasar años, pero tenemos el deber moral de hacerlo. Nos lo debemos a nosotros mismos y a los que vendrán después de nosotros, a nuestros hijos que deberán habitar la economía del mañana, pero también a los dos Franciscos. Francisco de Asís que nos ha enseñado que solo mediante una elección revolucionaria se pueden cambiar las cosas, y el Papa Francisco que nos ha elegido para curar las heridas de esta economía. Nos necesitamos unos a otros para dar vida a esta nueva cultura económica para responder a la urgencia y a la belleza del reto que se nos presenta y solo lo podemos hacer juntos.