Para Julieta, el trabajo del cuidado es un desafío al «burnout»

por Paola del Vecchio, Avvenire.

Psicóloga de 28 años, forma parte de los jóvenes changemakers que llevarán al evento mundial de The Economy of Francesco en septiembre una experiencia participativa que se ha extendido desde Argentina a México y Perú

Psicóloga, se graduó en la Universidad de Buenos Aires y actualmente está realizando un máster en Psiconeuroinmunoendocrinología. A sus 28 años, la argentina Julieta Dabas tiene una larga trayectoria de investigación sobre el síndrome de agotamiento o burnout, que lleva a cabo con colegas de su generación

«La OMS ya lo ha reconocido y clasificado como burnout del personal, y es uno de los cinco problemas de salud más importantes del mundo», recuerda. «Es producto del anacronismo y la burocratización de las instituciones, que les impiden dar respuestas a las legítimas demandas de la comunidad», señala. «Es muy frecuente en las profesiones de servicio, entre los que se dedican a la sanidad y la educación, y acaban frustrados y enfermos por la imposibilidad de cumplir con su vocación».

En general, afecta a las categorías más expuestas a exigencias apremiantes de resultados, con estrés y ritmos de trabajo sostenidos, no acordes con las necesidades de la persona sino orientados al beneficio. En una realidad como la latinoamericana, agravada por la crisis pandémica, la incidencia del burnout -quemado por dentro en sentido literal- es muy alta: 80,2% en Argentina, el mismo porcentaje en Chile, 72,9% en Perú, 53,6% en Panamá, según un informe de la web de empleo Bumeran, citado por Forbes. Pero también, o sobre todo, es un problema interno de las instituciones, que provoca alienación y depresión.

«Para comprobar la hipótesis de nuestra investigación sobre la crisis de confianza que vivimos a nivel global y local, tuvimos que abrir espacios fuera de las instituciones en los que pudiéramos construir equipos y recuperar la capacidad de resolver problemas», expone el psicólogo. «Significaba adoptar un método inter y transdisciplinario de «organización humana», que es el que aplicamos. También supuso», añade, «encontrar recursos para financiar la investigación. Experiencias como las de Muhammad Yunus y Amarthya Sen nos animaron a explorar formas de autofinanciación, para no depender de patrocinadores y defender una autonomía de criterio». Ya desde sus primeros pasos en la universidad, Julieta fue involucrada por su padre médico y su madre maestra en el proyecto de la Federación Mundial de Ecología Cultural para una contribución a la superación del burnout en educación y salud. «No es sólo una experiencia teórica, sino participativa, que se ha extendido desde Argentina a México y Perú», ilustra. «En el ámbito de la enseñanza, por ejemplo, desarrollamos una formación educativa paso a paso en la que participan los abuelos, los padres, los adolescentes y los niños, que estimula una gran motivación para aprender y, al mismo tiempo, cura una serie de dificultades psicológicas». En la práctica, se rompen las barreras entre los que enseñan y los que aprenden, porque «todos aportan y comparten soluciones a los problemas, en una dimensión personalizada que repercute en la comunidad».

Para Julieta, el encuentro con la The Economy of Francesco, el laboratorio global de ideas promovido por el Papa y dirigido a los jóvenes creadores de cambio comprometidos con un proceso de diálogo inclusivo, fue natural. «El llamamiento del Papa Francisco a superar la cultura del ‘despilfarro’, que niega a todos un lugar en la sociedad, me conmovió profundamente», asegura. «La falta de trabajo, la renuncia a la maternidad, sobre todo la ausencia de confianza en el futuro son los resultados de esta cultura. El cambio puesto en marcha por Bergoglio abre espacios de esperanza para mi generación, para las anteriores y para las venideras». Durante el encuentro virtual del año pasado, la joven psicóloga se incorporó a la Aldea de la Vocación y lucro, de EoF. Y en septiembre, con la asistencia a Asís, tiene previsto presentar los resultados de la investigación de campo, «con muchas ganas de escuchar otras voces y experiencias sobre el terreno», asegura. Como estudiante y profesora, coordina con su marido un grupo de jóvenes profesionales «movidos por la misma vocación de construir una sociedad más solidaria y generosa». «Lo que implica», observa Julieta, «la formación en diversas disciplinas, pero con el método común de la organización humana, y la búsqueda de nuevos paradigmas científicos que tengan en cuenta las necesidades de nuestros semejantes y de todos nosotros». «Por eso», concluye, «hemos fundado la Universidad de Familias, un proyecto en construcción común a todas las edades, para tender un puente de diálogo y cuidado entre generaciones».