Hacia el «Bien Común»: la ruta económica
por: Giorgia Lucchini
Unas consideraciones sobre la importancia de la ciencia triste en el examinar las cuestiones del presente y mejorar la vida humana.
Hay libros con títulos que no pueden ser fácilmente olvidados porque resumen perfectamente macro-conceptos. Entre ellos, uno es sin duda Economics for the common good (Princeton University Press, 2017) escrito por Jean Tirole, que ganó el premio Nobel por la economía en 2014. El interrogativo es al mismo tiempo fácil tan que complicado: ¿como es posible ganar el “bien común”? La pregunta retórica tiene también una respuesta retórica.
Para desarrollar una mejor economía, necesitamos una mejor ciencia económica desde que esa es importante. Esta última afecta la manera en que entendemos y construimos nuestra vida en comunidad. Además, ella es instrumento para conseguir condiciones de vida mejores para todos.
En general, el pensamiento de Tirole parece relacionarse a lo de Antonio Genovesi, el “padre” del paradigma de la economía civil. La visión positiva del mercado, entendido como una red de relaciones dirigidas al crecimiento del bienestar individual y colectivo es lo que pone en común el economista francés y el napolitano.
Tirole escribe: “Economics works toward the common good; its goal is to make the world a better place. To that end, its task is to identify the institutions and policies that will promote the common good. In its pursuit of the well-being of the community, it incorporates both individual and collective dimensions” (p. 5).
EoF y sus miembros tienen, entre muchos, el objetivo de buscar y idear buenas policies que promuovano el bien común, tanto al nivel académico como de impresa.
Otro asunto que debemos tener presente es, como Tirole recalca, la gestión de los benes comunes: representa uno de los mayores desafíos del futuro.
Nuestra sobrevivencia dependerá de la gestión de ellos. Eso es claro si pensamos, por ejemplo, a las recursos naturales.
Tomar conciencia de este problema es el primer paso para tentar resolverlo. Según el economista francés, los commons deberían pertenecer a todos para razones conectadas con la equidad aunque los bienes comunes se consuman individualmente.
Muchos aspectos analizados por Tirole en el libro son importantes para los changemakers porque representan lo que tendremos que enfrentar en el futuro cercano – y también hoy en día.
Los retos que el cambio climático genera, problemas relacionados con el mercado del trabajo y el empleo, nuestra relación con las economías digitales son algunos de los asuntos que afectan nuestra vida y la de las generaciones futuras.
En efecto, ellas necesitan un mundo mas “humano”, guiado por principios íntimamente conectados con la esencia de los hombres y no por el supuesto de homo oeconomicus.
Lo que nos queríamos que se convirtiera en el nuevo paradigma económico, según el espirito de Francisco, no debería descuidar el altruismo y la reciprocidad puesto que pueden estimular la cooperación. Sin embargo, estos dos factores que contribuyen a la mutua asistencia, sinergia, colaboración, no pueden ser examinados sin considerar sus funcionamiento en los contextos de mercado.
El corazón de la existencia, tanto a nivel económico como social, es la confianza. ¿Cómo se pueden imaginar transacciones de mercado basadas en otra cosa?
«Lo que nos queríamos que se convirtiera en el nuevo paradigma económico, según el espíritu de Francisco, no debería descuidar el altruismo y la reciprocidad puesto que pueden estimular la cooperación.»
Considero que la confianza mutua es la clave para la realización concreta – o al menos el intento – de transacciones económicas entre personas que mejoren genuinamente la calidad de sus vidas.
En efecto, lo que es cierto es que las personas son más proclives a conductas caracterizadas por la “positividad” si perciben alguna responsabilidad, que no es individual sino distribuida entre los miembros de una comunidad o de un grupo.
La reputación colectiva será cada vez más significativa: si el comportamiento de una persona es en línea con sus propios valores y estos son compartidos por la comunidad de referencia, él asumirá (incluso) costos privados pero, quid pro quo, los beneficios serán para toda la comunidad.
Trayendo a la memoria las palabras de Tirole, “individual behavior and collective behavior are, to some extent, complementary”.
Ya no es posible seguir pensando en términos de “yo” y “nosotros” por separado. Al contrario, el pensamiento basado en “yo” y el basado en “nosotros” deben ser integrados para obtener una combinación perfecta de las acciones humanas que se basan en el pensamiento centrado en el «yo» y el «nosotros» al mismo tiempo.
La calidad de la vida social, según el Autor, depende del comportamiento pro-social que consiste en interiorizar el bienestar de los otros de forma desinteresada.
Se podría argumentar que tal comportamiento está estrechamente relacionado con el mensaje cristiano, sin dejar de ser secular.
En conclusión, la esperanza es que la economía se convierta en un medio tangible para el bienestar de todas las personas. De ello se deduce que la economía del «bien común» debe pasar de la dimensión estática de los libros a la dinámica de la vida real.
GIORGIA LUCCHINI
PhD Student in Scienze dell’economia civile
presso Università LUMSA.
Roma, Italia